Según datos estadísticos de Estados Unidos, entre 1990 y 2014 hubo más de 230.000 niños con lesiones por el uso de andadores infantiles.
Andadores y deambulación
Desde hace muchos años, los padres colocan a sus hijos en andadores por diversas razones: para entretenerlos, para mantenerlos ocupados mientras ellos realizan sus tareas, porque piensan que es un lugar seguro, porque creen que los ayuda a caminar con mayor rapidez y facilidad.
Sin embargo, la evidencia actual demuestra que este artefacto distorsiona el esquema corporal y no permite un adecuado desarrollo del equilibrio: impide que los brazos se muevan al compás de las piernas, fomenta actitudes viciosas, como caminar en puntas de pie, y evita el gateo. Gatear es un proceso evolutivo que no debe suprimirse, ya que tonifica adecuadamente los músculos que más adelante permitirán al niño mantener la columna erecta. El gateo es importante porque conecta los hemisferios cerebrales y crea rutas de información cruciales para la maduración de las diferentes funciones cognitivas. El andador impide al niño la visión de sus miembros inferiores en movimiento y la manipulación de su entorno, y esta privación, aunque se supera posteriormente, es un impedimento para el desarrollo normal del niño.
En definitiva, los niños que utilizan andador retrasan su maduración para la deambulación, tienen dificultades para desarrollar el equilibrio, no gatean lo suficiente y caminan más tarde.
Andadores y lesiones Los andadores son responsables de diversas lesiones. La mayoría de las lesiones graves relacionadas con su uso se deben a caídas por las escaleras. Otros mecanismos de lesión son vuelcos o desplomes, atrapamiento de dedos y acceso a peligros, como las puertas del horno, los objetos calientes o pesados y las sustancias tóxicas. Las heridas que se asocian con el uso del andador incluyen traumatismos craneoencefálicos, fracturas, quemaduras, lesiones dentales, laceraciones e intoxicaciones.
A pesar de ser usados bajo la supervisión de un adulto, la velocidad que pueden alcanzar los niños en los andadores es mayor que aquella a la que puede reaccionar el adulto. Los niños quedan expuestos a velocidades, distancias o alturas que no pueden manejar, con el consiguiente riesgo aumentado de sufrir cualquier tipo de trauma. El uso de andadores es una tradición cultural antigua y arraigada en las familias de todo el mundo. Datos de diversos países reportan que entre el 40% y el 72,2% de los niños utilizan andadores durante el segundo semestre de vida.
Según datos estadísticos de Estados Unidos, entre 1990 y 2014 hubo más de 230.000 niños con lesiones por el uso de andadores infantiles. Según la Academia Estadounidense de Pediatría, la mayoría de las lesiones (91%) fueron en la cabeza o el cuello e incluyen fracturas de cráneo y conmociones cerebrales.
Las tres causas principales de lesiones fueron:
- caídas por las escaleras (74,1 por ciento);
- caídas hacia fuera del andador (14,7 por ciento);
- lesiones ocurridas porque el andador dio al niño acceso a algo que normalmente no podría alcanzar: quemaduras, envenenamiento y ahogamiento (un 2,8%).
Hay que tener en cuenta que “Los andadores proporcionan una rápida movilidad a niños pequeños antes de que estén listos por su desarrollo»
Dado que los andadores son una fuente importante y prevenible de lesiones entre los niños pequeños, la Academia Estadounidense de Pediatría sugiere prohibir su fabricación y venta en los Estados Unidos.
Según la Asociación Española de Pediatría: Los andadores no aportan ningún beneficio para que los niños aprendan a caminar, y además multiplican el riesgo de accidentes.
El lactante para iniciar la marcha antes inicia el gateo, aprende a incorporarse con apoyo, se mira sus pies al iniciar sus primeros pasos, alcanza y manipula objetos a su alcance para experimentar, desarrollar sus cualidades táctiles, olfativas, visuales,… Un niño en un andador no puede hacer nada de esto: no ve sus pies, no alcanza los objetos del suelo. El andador es un objeto que le priva de todas esas experiencias. Los niños que usan andador inician la marcha autónoma más tarde, pero este retraso se compensa o se iguala a los 15 meses.
En todos los países de nuestro entorno cultural, las sociedades profesionales desaconsejan el uso del andador, hasta tal punto que está prohibida su publicidad y comercialización en Canadá.
Si el andador aumenta la probabilidad de los accidentes en lactantes, y además no favorecen su desarrollo psicomotor, no hay ningún argumento válido para seguir usándolos.
Medidas de prevención:
Papel del Pediatra: Una de las estrategias recomendadas para evitar el uso de andadores es la educación de las familias por parte del equipo de salud. El papel del pediatra en el consultorio puede resultar útil para concientizar a los padres sobre los riesgos de lesiones y para desmitificar los beneficios que supuestamente se les atribuyen. La Sociedad Argentina de Pediatría desaconseja con énfasis el uso de andadores. Como una primera etapa, se recomienda fomentar fuertes y comprometidas campañas educativas acerca del riesgo de los andadores antes de prohibir la producción.
Centros de actividad fijos: Los centros de actividad fijos pueden ser una alternativa al uso de andadores, pues, al no poder desplazarse, son más seguros. Sin embargo, no garantizan que el desarrollo motor del niño atraviese las etapas de gatear, trepar, explorar sus habilidades, pararse con apoyo. Su costo es elevado, y su indicación debería ser optativa.
Supervisión: La supervisión de un adulto responsable es indispensable en esta etapa del desarrollo infantil, y debería intensificarse la información y la educación de los padres con respecto a la vigilancia de los niños. Ningún sistema es totalmente seguro sin este requisito, muchas veces subestimado.
Fuente: Consenso sobre mobiliario infantil seguro, Sociedad Argentina de Pediatría, 2016. Y Sociedad Estadounidense de Pediatría.