El Suicidio en la Adolescencia

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Situación en la Argentina

El suicidio es definido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como el acto deliberado de quitarse la vida. Su prevalencia y los métodos utilizados varían de acuerdo a los diferentes países. Desde el punto de vista de la salud mental, los y las adolescentes poseen vulnerabilidades particulares, por su etapa del desarrollo.

La adolescencia es una categoría construida socialmente utilizada para nombrar el período que va de la niñez a la adultez. Suele caracterizarse a este período como una etapa de pleno desarrollo y grandes cambios. Sin embargo, la adolescencia no es vivida de la misma manera por todas las personas, está determinada por factores sociales, económicos y culturales.

Según un informe de la OMS (2001: 7), “tener ocasionalmente pensamientos suicidas no es anormal. Estos son parte de un proceso normal de desarrollo en la infancia y adolescencia al tratar de elucidar los problemas existenciales cuando se trata de comprender el sentido de la vida y la muerte.

El informe también explica que la mayoría de las personas que intenta suicidarse es ambivalente y no busca exclusivamente la muerte. Se supone entonces que el suicida no quiere fallecer, sino que desea dejar de sufrir. Esta premisa se complementa con la idea de que los niños de entre 8 y 11 años no tienen noción de que la muerte es para siempre y muchos adolescentes tampoco. Por eso, pueden llegar a pensar que cuando estén muertos, las personas que los hicieron sufrir recapacitarán y dejarán de provocarles dolor cuando resuciten.

Las últimas cifras de suicidio en la Argentina aportadas por la Dirección de Estadísticas e Información en Salud (DEIS), que depende del Ministerio de Salud de la Nación, son del año 2014 e indican que en ese año se produjeron 3.340 defunciones por suicidio en la población general. La tasa de mortalidad por suicidio fue de 7,8 por cada 100.000 habitante en 2014. En coincidencia con las tendencias internacionales, la mayor cantidad de muertes por suicidio se presentó entre los adolescentes y adultos jóvenes, con 976 fallecimientos en el grupo de 15 a 24 años. Esto representa una tasa de 13,8 fallecidos por suicidio por cada 100.000 habitantes (2014).

Según la Encuesta Mundial de Salud Escolar, que se realizó a 28.368 alumnos de 544 escuelas secundarias de la Argentina en 2012, el 16,9% de los adolescentes había considerado la posibilidad de suicidarse ese año.

SÍNTOMAS Y FACTORES DE RIESGO

Los adolescentes en riesgo de suicidio pueden sufrir vulnerabilidad psicológica o mental, provocada por distintos factores. Esto no quiere decir que la existencia de alguno de estos factores determine un suicidio, pero son elementos a tener en cuenta.

Entre los más comunes están los problemas familiares graves como situaciones de violencia o agresividad, abuso sexual, los problemas en la escuela, tanto en relación con las bajas calificaciones como el rechazo por parte del grupo de compañeros que, en algunos casos, se convierte en bullying o acoso escolar a través de burlas y agresiones. También pueden ser factores de riesgo las dificultades en torno a la identificación sexual y el temor a la reacción de la familia. Y, especialmente, los intentos previos de suicidio.

Además, existen algunos síntomas a los que es importante prestar atención. Por ejemplo, el desgano y desinterés, la tristeza y la soledad que pueden estar asociados a una depresión. En otros casos, los adolescentes manifiestan la depresión a través de un alto grado de excitabilidad. Hay algunos otros más observables como los cambios en la forma de alimentarse (pérdida o aumento de apetito) o los trastornos en el sueño.

En la Argentina, el suicidio adolescente es la segunda causa de muerte en la adolescencia después de las lesiones de tránsito. El relevamiento de datos mostró que hubo un aumento de las tasas en las últimas décadas en el país entre las y los adolescentes de 15 a 19 años. En términos de magnitud, el fenómeno se presenta con mayor frecuencia en los varones y en aquellos que han alcanzado menor nivel educativo.

Cómo prevenir la violencia autoinfligida en la adolescencia

Entendiendo la vulnerabilidad

La vulnerabilidad es clave para entender los problemas de salud en una comunidad. No se trata de ver la adolescencia como una etapa de riesgo predeterminada, sino de reconocer las situaciones específicas de esta edad que pueden hacer a los adolescentes más vulnerables.

Factores de riesgo y vulnerabilidad:

  • Edad y género: Adolescentes varones entre 15 y 19 años son más vulnerables al suicidio.
  • Factores múltiples: No hay una sola causa para el comportamiento suicida; generalmente, varios factores se combinan para aumentar la vulnerabilidad.
  • Determinantes sociohistóricos: Factores como la violencia institucional pueden incrementar esta vulnerabilidad.

Prevención y promoción de la salud

  • Enfoque integral: No basta con detectar indicadores de riesgo. Es necesario un enfoque más amplio que considere la vulnerabilidad en un contexto social e histórico.
  • Acciones anticipatorias: La prevención no debe basarse en alarmar, sino en promover la salud y el bienestar de manera positiva y no estigmatizante.
  • Disposiciones promotoras: Se debe adoptar una actitud de atención que evite la alarma y el estigma, buscando siempre promover un entorno saludable.

Abordar la violencia autoinfligida en la adolescencia requiere comprender la complejidad de las vulnerabilidades y trabajar en la promoción de la salud de manera integral y respetuosa.

Desmitificando el suicidio: Mitos y realidades

Existen muchos mitos sobre el suicidio que afectan cómo se previene y maneja este problema. La evidencia científica de la OMS y otras instituciones muestra que estos mitos son falsos, y es crucial entender y cuestionar estas creencias erróneas para prevenir el suicidio efectivamente.

Para abordar estos mitos, es útil crear espacios de discusión donde se reflexione sobre preguntas como:

  • ¿Qué sabemos sobre el suicidio en nuestra comunidad?
  • ¿Cuáles son los factores relacionados con el suicidio?
  • ¿Es posible prevenir el suicidio? ¿Por qué sí o no?
  • ¿Qué acciones son más efectivas para prevenir el suicidio? ¿Qué no deberíamos hacer?

Aquí algunos mitos comunes y la verdad detrás de ellos:

Mito: «El que dice que se va a matar, no lo hace.»

Realidad: La mayoría de quienes se suicidan han intentado antes o han dado señales. Es crucial tomar en serio estas advertencias.

Mito: «El que se suicida está deprimido.»

Realidad: El suicidio puede estar asociado a la depresión, abuso de sustancias, esquizofrenia y otros trastornos, pero no siempre hay un trastorno mental evidente.

Mito: «Hablar sobre el suicidio incrementa el peligro.»

Realidad: Hablar sobre el suicidio ayuda a las personas a expresar sus sentimientos y puede reducir la ideación suicida.

Mito: «El suicidio no se puede prevenir porque ocurre sin advertencia.»

Realidad: Muchas personas dan señales verbales o conductuales. El suicidio se puede prevenir identificando y respondiendo a estas señales.

Mito: «El que intenta suicidarse es cobarde o valiente.»

Realidad: Es importante no juzgar los actos suicidas con una perspectiva moral. Debemos evitar estas etiquetas.

Mito: «Los niños no se suicidan.»

Realidad: Aunque es raro, los niños pueden entender la muerte y pueden cometer suicidio. Cualquier gesto debe ser tomado en serio.

Mito: «La tendencia al suicidio es hereditaria.»

Realidad: Aunque un historial familiar puede ser un factor de riesgo, no todos los suicidios son hereditarios.

Mito: «Las personas con riesgo de suicidio siempre tienen la intención de matarse.»

Realidad: Muchas personas están indecisas sobre suicidarse y no siempre tienen una intención clara de hacerlo.

Mito: «La mejoría después de una crisis significa que el riesgo ha desaparecido.»

Realidad: El riesgo de suicidio puede ser mayor justo después de una crisis. Es necesario un seguimiento continuo.

Mito: «No todos los suicidios pueden prevenirse.»

Realidad: Aunque algunos casos son difíciles de prevenir, la mayoría se pueden prevenir con las intervenciones adecuadas.

Mito: «Una vez que alguien es ‘suicida’, lo es para siempre.»

Realidad: La estigmatización puede aumentar la vulnerabilidad de una persona. Es crucial ver el suicidio como un problema transitorio y ofrecer apoyo para la recuperación.

Entender y cuestionar estos mitos ayuda a prevenir el suicidio y a brindar un apoyo más efectivo y compasivo a quienes lo necesitan.

Atención Integral e Integrada en Casos de Suicidio y Autolesiones

Para tratar a un adolescente que muestra signos de ideación suicida, conductas autolesivas o intentos de suicidio, es fundamental proporcionar una atención integral e integrada que incluya tanto al paciente como a su familia y entorno.

Entrevistas confidenciales

  • Confidencialidad: Es vital que los adolescentes puedan hablar en privado, sin la presencia de sus acompañantes, para asegurar que expresen libremente sus pensamientos y sentimientos.
  • Privacidad: La información obtenida debe mantenerse confidencial, salvo en casos de peligro inminente para el adolescente o terceros, orden judicial o situaciones urgentes.

Enfoque intersectorial

  • Articulación con otros sectores: Se debe trabajar junto con organismos de Promoción y Protección de Derechos de Niños y Adolescentes, Educación y Justicia.
  • Recursos extramuros: Es esencial que los adolescentes tengan acceso a recursos y apoyo fuera del sistema de salud, adaptando las estrategias a sus necesidades particulares.

Derechos y protección

  • No es un delito: Las conductas autolesivas no son consideradas delitos y no deben ser denunciadas a autoridades judiciales o policiales.
  • Medidas de protección: Ante una situación de vulneración de derechos, se debe actuar rápidamente en coordinación con el sistema de salud y organismos de protección para garantizar la seguridad y bienestar del adolescente.

Un enfoque integral y coordinado busca proporcionar un apoyo completo y respetuoso, priorizando siempre los derechos y la confidencialidad de los adolescentes en situaciones de crisis.

Qué entendemos por seguimiento

El seguimiento es una parte fundamental de la atención integral y centrada en la persona. Consiste en asegurar que los cuidados y la atención al adolescente continúen después de la atención de urgencia o tras una evaluación que indique vulnerabilidad o riesgo.

Intervenciones no invasivas

  • Diseño e implementación: Las intervenciones deben respetar la intimidad del adolescente, no ser invasivas, y deben asegurar un acompañamiento efectivo a corto y mediano plazo.
  • Generar confianza: Es importante crear una relación de proximidad que genere confianza entre el adolescente y su entorno.

Importancia del seguimiento

  • Integralidad del abordaje: Sin seguimiento, el abordaje interdisciplinario e integral se ve limitado.
  • Entender el contexto: Comprender a la persona y su entorno es crucial para ofrecer una respuesta completa y asegurar la continuidad de la atención.
  • Resultados y eficacia: La preocupación por los resultados obliga a usar un enfoque sistemático para manejar el problema del paciente hasta que se resuelva o desaparezca el riesgo.

El seguimiento asegura que el adolescente continúe recibiendo atención y apoyo adecuados después de la fase de urgencia, respetando su intimidad y generando un entorno de confianza que fomente su bienestar a largo plazo.

Postvención: apoyo a los afectados por el suicidio de un familiar.

La postvención se refiere a las intervenciones realizadas para ayudar a los familiares, amigos y comunidad de una persona que ha cometido suicidio. Su objetivo es reducir el impacto emocional y proporcionar orientación y apoyo durante el duelo.

Intervenciones clave

  • Brindar insumos para afrontar la pérdida: Ayudar a los afectados a entender y procesar sus sentimientos de dolor y tristeza.
  • Reconocer sentimientos y reducir ansiedad: Identificar a las personas en riesgo de desarrollar problemas psicológicos y reducir sus sentimientos de confusión y ansiedad.

Complejidad del suicidio

  • Multidimensionalidad: El suicidio no puede explicarse por una sola causa. Es un fenómeno complejo que desestructura emocionalmente a los afectados.
  • Trabajo psíquico individual y colectivo: Comprender y dar sentido a un acto suicida es un proceso necesario para enfrentar el desamparo y la indefensión que provoca.

Fases del duelo

  • Recreación de la escena: Los allegados reviven el evento y valoran personalmente el hecho y a la persona fallecida.
  • Tiempo de pérdida: Reconocen la realidad de la pérdida y el vacío que deja.
  • Resignificación: Elaboran y reinterpretan su situación en relación al suicidio, superando la negación y el rechazo iniciales.

Tres ejes conceptuales

  • El enigma: La opacidad y la dificultad de comprender el suicidio.
  • El legado: Las consecuencias para los afectados.
  • La participación: El sentimiento de culpa y responsabilidad que acompaña a los allegados.

Postvención como dispositivo preventivo

  • Reestructurar y fortalecer lazos: Ayudar a los afectados a reorganizar sus relaciones y fortalecer los vínculos conmocionados por la pérdida.
  • Diagnóstico de situación: Identificar signos de mayor vulnerabilidad en la red inmediata para intervenir oportunamente.
  • Reducción del tabú del silencio: Permitir que los pensamientos y sentimientos sobre el suicidio emerjan en un entorno profesional y seguro.

La postvención es una estrategia esencial para apoyar a quienes han perdido a un ser querido por suicidio. Implica intervenciones cuidadosas y respetuosas, que no solo abordan el duelo individual, sino que también fortalecen la comunidad y reducen el estigma asociado al suicidio.

Fuentes: UNICEF Argentina